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Conocí Namur de la mano de mis amigos Jean Marc y Valerie, que nos acogieron en su casa unas Navidades, así que creo que no hay mejor momento para subir este post y hablaros un poco de esta no tan conocida ciudad belga. Tengo que decir que me sorprendió gratamente. Las luces navideñas, el olor dulzón a algodón de azúcar y gofres, la pista de patinaje en el centro de la ciudad, y el ambiente festivo y familiar, ayudaron a esa primera impresión.

Namur es la capital de la región de Valonia. Una ciudad histórica que, si bien en Bélgica, turísticamente no es tan conocida como otros lugares como Bruselas, Brujas o Gante, puede presumir de tener un buen número de monumentos, museos y una ubicación privilegiada en la confluencia de los ríos Mosa y Sambre.

Como otras ciudades, Namur se fué formando a partir de la ciudadela construida por los merovingios en el espolón rocoso con vistas a la ciudad, en la confluencia de ambos ríos. En el siglo X se convirtió en un país con sus propias leyes. La ciudad se desarrolló un tanto desigualmente, ya que los condes de Namur se asentaron en la orilla norte del Mosa, siendo la orilla sur propiedad del obispo de Lieja y que evolucionó más lentamente, en la ciudad de Jambes . En 1262, Namur cayó en manos del Conde de Flandes y pasó a ser posesión del duque Felipe el Bueno de Borgoña en 1421.
Durante siglos, la ciudad de Namur ha sido escenario de contiendas, debido a su situación geográfica entre las fronteras alemanas y francesas, y su ciudadela parcialmente destruida y reconstruida, hasta nuestros dias.

Namur, hay que descubrirla poco a poco, hay que tomarse su tiempo, hay que callejearla, para descubrir la riqueza de su patrimonio, y el encanto de sus calles y terrazas, y saborearla, huele a gofre, a crepes, y a patatas fritas.

Disfruté mucho con los paisajes que te ofrece desde lo alto de la Ciudadela hasta las riberas del Sambre, o paseando por los campos escarchados de las afueras de la ciudad, al caer la tarde.

Paseando por las callejuelas del centro histórico, te encuentras con coquetos locales y librerias, como Ad hoc o Club Namur, con escaparates presididos del personaje belga mas famoso, Tintin.

La Cathédrale Saint-Aubain (siglo XVIII.)

Situada en la plaza que lleva su nombre, es la única en Bélgica construida en estilo barroco tardío. Data de mediados del siglo XVI, aunque fue restaurada en 1763, conservándose una torre del siglo XIII de una iglesia anterior. Cerca del altar mayor hay una urna que alberga el corazón de Don Juan de Austria, quien precisamente falleció en Namur en 1568 cuando sitiaba la ciudad.

Palais des Congrès et Beffroi – Place d’Armes

Uno de los 56 campanarios de Bélgica y Francia catalogados como Patrimonios de la Humanidad por la UNESCO. Fue construido en 1338 y formaba parte de las viejas murallas como torre defensiva. No se convirtió en campanario hasta 1745. Se puede subir a él para tener unas hermosas vistas de la ciudad. Es sin duda una de las imágenes más características de Namur.

La Literatura valona , conjunto de obras escritas producidas por belgas en los dialectos locales de origen francés y latin se habla en las provincias belgas como Lieja y la capital Namur. A principios del siglo XVII, Valonia, en particular el distrito de Lieja —se hizo consciente de las posibilidades literarias del dialecto y, a partir de entonces, aumentó el número de escritos. El número de poetas valones aumentó en el s. XIX, y el establecimiento en Lieja, en 1856, de la Société Liégeoise de Littérature Wallonne tuvo una influencia considerable tanto en la lengua como en la literatura. Se incrementó el número de poemas, canciones, obras de teatro e incluso traducciones al valón de autores como La Fontaine , Ovidio y Horacio . También Namur podía presumir de Charles Wérotte y Nicolas Bosret, poeta de la conmovedora canción «Bia Bouquet».

Y como sabeis, me gusta dejar alguna referencia a escritoras nacidas o relacionadas con la ciudad de la que hablo, y en este caso quiero hacerlo de Lize Spit y su novela «El deshielo».
La escritora belga Lize Spit ha batido récords de ventas en su país, en poco más de un año ha conseguido vender más de 170.000 ejemplares de su primera novela “El deshielo”, si consideramos que la población de Bélgica es de unos once millones y medio de habitantes, las ventas han sido más que espectaculares; Lize Spit ha tomado su pueblo natal como escenario de su novela, y a muchos de sus habitantes y los ha convertido en secundarios. En su pueblo llevan un año jugando a adivinar en quién se ha basado para describir a ciertos personajes de la novela.

Hasta la próxima.